Friday, May 19, 2006

El 1 de mayo ha llevado a más de un millón de inmigrantes a las calles de las principales ciudades de EEUU para exigir al Congreso que apruebe una ref



EEUU vivió este lunes una atípica jornada. Centenares de miles de hispanos decidieron evidenciar la importancia que tienen para la economía del país mediante lo que han bautizado como 'día sin inmigrantes', un día reivindicativo en el que se les convocó a ausentarse del trabajo y a participar en manifestaciones. ¿El objetivo? Presionar para que las autoridades busquen una salida para los millones sin papeles que viven allí.

A lo largo y ancho del país, los centros de trabajo contaban este lunes con pocos rostros hispanos entre sus trabajadores. Así, varias de las mayores plantas de embalaje de carne permanecieron cerradas y la cadena de comida rápida McDonald´s informó de que algunos de sus restaurantes funcionaban con personal limitado, por lo que se vieron obligados a reducir los horarios y servicios ofrecidos. También grandes empresas como Tyson Foods, Perdue Farms y Gallo Wines decidieron cerrar algunas de sus plantas o dar el día libre a sus empleados en señal de solidaridad.

Nadie pone en duda el creciente poder político y económico de los más de 41 millones de hispanos de EEUU, la minoría más grande del país. Se calcula que 11 millones están indocumentados, y de ellos, alrededor de siete millones son trabajadores.

La lucha sobre cómo resolver su situación irregular se ha recrudecido desde 2004, cuando el presidente George W. Bush propuso un programa de permisos temporales para los trabajadores. Actualmente, es el Senado quien ha de pronunciarse sobre la cuestión. El reto es encontrar una solución que abra vías de acceso para conseguir la ciudadanía estadounidense a los ´sin papeles´.

En medio del debate, los activistas más radicales propusieron convertir el 1 de mayo en una ´jornada sin hispanos´ en EEUU. La movilización quería evocar la militancia de los negros durante la década de los años 60 en defensa de sus derechos civiles.

Con el boicot y las marchas programadas, los dirigentes hispanos se propusieron refutar los argumentos de los conservadores de que este grupo social es una carga pública, quita empleos a los estadounidenses y no quiere integrarse.

El presidente Bush se manifestó en contra del boicot e insistió en su posición de que un programa de trabajadores temporales, sumado a la vigilancia fronteriza, es sinónimo de una política migratoria eficaz.

Las reacciones encontradas al ´boicot nacional´, tanto en el sector privado como dentro y fuera del Congreso, contrastan con el frente unido que presentaron las organizaciones hispanas en marzo pasado para la realización de marchas y protestas.
El motivo era oponerse a un proyecto de ley anti inmigrante aprobado por la Cámara de Representantes en diciembre pasado. Ese proyecto, del republicano James Sensenbrenner, convierte en delincuentes a los inmigrantes clandestinos y a quienes les ofrezcan ayuda humanitaria o servicios sociales.

El Senado evalúa propuestas que incluyen la legalización de buena parte de los indocumentados y la creación de un programa de trabajadores temporales.

Cualquier medida aprobada por el Senado —la meta de los republicanos es someterla a votación para finales de mayo— tiene que ser homologada con la versión de la Cámara Baja y es en ese proceso bicameral donde se vislumbra que se librará la verdadera batalla.

Esperemos que finalmente se llegue a un acurdo que beneficie al conjunto de los y las trabajadores.